viernes, 22 de junio de 2018

Anomalías congénitas del corazón y de los grandes vasos.


Anomalías congénitas del corazón y de los grandes vasos.

Las enfermedades congénitas del corazón y de los grandes vasos resultan de un desarrollo anormal de estos durante el periodo fetal. El corazón está completamente formado al finalizar el primer tercio de la gestación, por lo cual cualquier agente que produzca lesiones cardiacas congénitas ejercerá influencia sobre el feto durante este periodo. Aunque en algunos procedimientos experimentales se reproducen anomalías cardiacas como hipoxia fetal, deficiencia de vitamina A, en la mayor parte de los casos se ignora cómo se producen las lesiones.



Se conoce la importancia de dos factores en algunos casos; la infección viral en gestación temprana y las causas hereditarias. Como un ejemplo de patología comparada, se ha observado que en mujeres que se infectan con el virus de la rubeola durante la gestación temprana, de 25-50% de los niños nacidos de estas gestaciones tienen anormalidades congénitas cardiacas. Ahora bien, aún está por demostrarse de manera definitiva si otros virus, y en particular los virus animales, tienen el mismo efecto. En el perro, existen pruebas de que factores con determinación genética son la base de lesiones cardiacas congénitas en algunos animales.


Del análisis del pedigrí, cruzas entre perros afectados y análisis de cromosomas, se reconoce que ciertas anomalías cardiacas congénitas, como conducto arterioso permeable en el Poodle, estenosis de la válvula pulmonar en Beagles,  y estenosis fibrosa subaórtica en Newfoundlands, resultan de anormalidades producidas durante el desarrollo, determinadas a nivel genético. Existen también algunas influencias genéticas en la persistencia del cayado aórtico derecho en el Pastor alemán. La tétrada de fallot es una de tantas malformaciones cardiacas congénitas que están determinadas genéticamente en la raza Rau keeshound.

La hipótesis de que los defectos cardiacos congénitos ocurren por factores genéticos, es apoyada por el hecho de que son más frecuentes en perros de razas definidas que en perros mestizos. También se ha informado que la incidencia de algunos defectos congénitos del corazón es más alta en ciertas razas que en la población en general. El conducto arterioso permeable prevalece en el Poodle, Pomeranian y Collie; la estenosis pulmonar en el Bulldog, Chihuahua, Fox terrier y Beagle; la tétrada del fallot en el keeshound; la estenosis subaórtica en el Pastor alemán y Setter irlandés. Con excepción del conducto arterioso permeable más frecuente en hembras que en machos, parece no haber predisposición significativa entre sexo para padecer defectos cardiacos congénitos.

La incidencia de anormalidades cardiacas congénitas reconocidas clínicamente es bastante menor que la de enfermedades cardiacas adquiridas. Esto se debe, en parte, a que muchos animales mueren en periodo posnatal, o bien son prematuros y no los examina el veterinario, o bien no se someten a necropsia.

El desarrollo embrionario del corazón es bastante complejo, por lo cual es factible esperar múltiples defectos. De hecho, algunas anormalidades tienden a ocurrir más en algunas especies que en otras, como el defecto del tabique ventricular en bovinos, y la estenosis pulmonar en perros. Algunas anormalidades son tan graves que resultan incompatibles con la vida después del nacimiento, como la atresia aortica. Las formas menos graves de enfermedades cardiacas congénitas se manifiestan clínicamente por si solas en los animales jóvenes.


En general se acepta que las enfermedades cardiacas deben clasificarse como adquiridas o congénitas; se habla de las últimas cuando un animal nace con una anomalía cardiaca, como resultado de un desarrollo embrionario defectuoso. Sin embargo, esto no significa que existan bases genéticas para este defecto. Enfermedad cardiaca adquirida se refiere a cualquier trastorno del corazón que se desarrolle después del nacimiento sin implicar algún factor causal específico.





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