Anomalías congénitas del
corazón y de los grandes vasos.
Las
enfermedades congénitas del corazón y de los grandes vasos resultan de un
desarrollo anormal de estos durante el periodo fetal. El corazón está
completamente formado al finalizar el primer tercio de la gestación, por lo
cual cualquier agente que produzca lesiones cardiacas congénitas ejercerá
influencia sobre el feto durante este periodo. Aunque en algunos procedimientos
experimentales se reproducen anomalías cardiacas como hipoxia fetal,
deficiencia de vitamina A, en la mayor parte de los casos se ignora cómo se
producen las lesiones.
Se
conoce la importancia de dos factores en algunos casos; la infección viral en
gestación temprana y las causas hereditarias. Como un ejemplo de patología
comparada, se ha observado que en mujeres que se infectan con el virus de la
rubeola durante la gestación temprana, de 25-50% de los niños nacidos de estas
gestaciones tienen anormalidades congénitas cardiacas. Ahora bien, aún está por
demostrarse de manera definitiva si otros virus, y en particular los virus
animales, tienen el mismo efecto. En el perro, existen pruebas de que factores
con determinación genética son la base de lesiones cardiacas congénitas en
algunos animales.
Del
análisis del pedigrí, cruzas entre perros afectados y análisis de cromosomas,
se reconoce que ciertas anomalías cardiacas congénitas, como conducto arterioso
permeable en el Poodle, estenosis de la válvula pulmonar en Beagles, y estenosis fibrosa subaórtica en
Newfoundlands, resultan de anormalidades producidas durante el desarrollo,
determinadas a nivel genético. Existen también algunas influencias genéticas en
la persistencia del cayado aórtico derecho en el Pastor alemán. La tétrada de
fallot es una de tantas malformaciones cardiacas congénitas que están determinadas
genéticamente en la raza Rau keeshound.
La
hipótesis de que los defectos cardiacos congénitos ocurren por factores
genéticos, es apoyada por el hecho de que son más frecuentes en perros de razas
definidas que en perros mestizos. También se ha informado que la incidencia de
algunos defectos congénitos del corazón es más alta en ciertas razas que en la
población en general. El conducto arterioso permeable prevalece en el Poodle,
Pomeranian y Collie; la estenosis pulmonar en el Bulldog, Chihuahua, Fox
terrier y Beagle; la tétrada del fallot en el keeshound; la estenosis
subaórtica en el Pastor alemán y Setter irlandés. Con excepción del conducto
arterioso permeable más frecuente en hembras que en machos, parece no haber
predisposición significativa entre sexo para padecer defectos cardiacos
congénitos.
La
incidencia de anormalidades cardiacas congénitas reconocidas clínicamente es
bastante menor que la de enfermedades cardiacas adquiridas. Esto se debe, en
parte, a que muchos animales mueren en periodo posnatal, o bien son prematuros
y no los examina el veterinario, o bien no se someten a necropsia.
El
desarrollo embrionario del corazón es bastante complejo, por lo cual es
factible esperar múltiples defectos. De hecho, algunas anormalidades tienden a
ocurrir más en algunas especies que en otras, como el defecto del tabique
ventricular en bovinos, y la estenosis pulmonar en perros. Algunas
anormalidades son tan graves que resultan incompatibles con la vida después del
nacimiento, como la atresia aortica. Las formas menos graves de enfermedades
cardiacas congénitas se manifiestan clínicamente por si solas en los animales
jóvenes.
En
general se acepta que las enfermedades cardiacas deben clasificarse como adquiridas
o congénitas; se habla de las últimas cuando un animal nace con una anomalía
cardiaca, como resultado de un desarrollo embrionario defectuoso. Sin embargo,
esto no significa que existan bases genéticas para este defecto. Enfermedad
cardiaca adquirida se refiere a cualquier trastorno del corazón que se
desarrolle después del nacimiento sin implicar algún factor causal específico.
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